21 de abril de 2013

SALAS IV - V

Pasamos a la siguiente, la Sala IV, en la que se exponen obras de los artistas mas destacados de la escuela sevillana, dentro de la estética impuesta por el manierismo.
En 1600, reciben el encargo, tanto Alonso Vázquez cómo Francisco Pacheco, de decorar el Claustro Mayor del Convento con toda una serie dedicada a ensalzar la historia de la Orden y podemos apreciar cuadros dedicados a San Pedro Nolasco, (((*))) cómo en el que le vemos despidiéndose de Jaime I el Conquistador, un óleo de Alonso Vázquez pintado hacia 1600 al igual que este otro titulado (((*))) San Pedro Nolasco redimiendo cautivos. 

De Francisco Pacheco los dos siguientes óleos del mismo periodo que los anteriores (((*))) San Pedro Nolasco embarca para redimir cautivos y el siguiente de otro santo mercedario y de la misma época también, (((*))) La Aparición de la Virgen a San Ramón Nonato. Y para terminar en esta sala, nos acercamos a una obra que pintara Francisco de Herrera el Viejo hacia 1625, (((*))) La Inmaculada Concepción, que como las anteriores obras pertenecían al antiguo Convento de la Merced.
Desde aquí, accedemos a la Sala V, en la que ya aparecen los grandes maestros del barroco. Sevilla al principio del Siglo XVII, aún mantenía su poder como primera ciudad de España, merced a la riqueza que en ella aún existía, aunque ya se empezaba a ver una cierta decadencia, provocando un cambio de mentalidad, que se vería al intensificarse el sentimiento religioso, esto fue determinante para que la demanda de obras piadosas aumentase, con lo cual los talleres que existían en la ciudad, intensificaron su producción para poder atender tal aluvión de pedidos, tanto para el comercio interno como para el nuevo mercado de las Indias.
Esta  sala se corresponde con la antigua Iglesia del convento, siendo el núcleo central de la colección que posee el museo, en la que aparecen obras de Zurbarán, Herrera el Viejo, Juan de Roelas o del propio Murillo, entre otros. Introducen un tipo de cuadros de grandes dimensiones con conceptos contrarreformistas en los que presentan dos planos claramente diferenciados, el celestial y el terrenal.
Estos conceptos los vemos claramente en la siguiente imagen (((*))) El Martirio de San Andrés de Juan de Roelas pintado hacia 1610, es un lienzo que estaba en la Capilla del Colegio de Santo Tomás de Aquino. Sin embargo Zurbarán con su estilo sencillo dominará el panorama en un momento dado, con obras cómo la pintada en 1631, ((*))) la Apoteosis de Santo Tomás de Aquino, o de Herrera el Viejo, como continuador, al igual que Zurbarán, del naturalismo, impuso un estilo decidido y muy expresivo, eso lo observamos en su cuadro (((*))) la Apoteosis de San Hermenegildo, pintado hacia 1620.

Sin embargo son Murillo y Valdés Leal los que evolucionan hacia el Barroco, aunque sería el primero el que dominaría la segunda mitad del siglo XVII, proyectando su estilo al siguiente siglo.
  
Poseedor de una excelente técnica, consiguió obras de una gran delicadeza, cómo podemos admirar en el lienzo de (((*))) Santa Justa y Rufina, pintado hacia 1666 por encargo del Convento de Capuchinos, y de este mismo artista, una de las Inmaculadas mas bellas, hecha realidad para el Convento de San Francisco hacia 1650.
(((*))) la Inmaculada Concepción conocida cómo la Colosal, en un principio fue una obra que no gustó a los monjes franciscanos, al encontrarla demasiado tosca e inacabada, sin embargo Murillo no se arredró y al colocarla en lugar preeminente y en altura, la obra fue del total agrado de los monjes. Es una obra que requisaron los franceses y depositada en el Alcázar, pero al ser un cuadro de tales dimensiones, recordemos que mide 4,36 x 2,97 metros, no pudieron sacarla del país, por lo que en 1812 se le devolvió al convento. Vemos cómo la Virgen se muestra en actitud triunfante, apoyando su pie derecho en la luna y su rodilla izquierda en una nube sostenida por querubines. 
Otro de los lienzos del Convento de Capuchinos es (((*))) la Inmaculada del Padre Eterno, pintado como el siguiente hacia 1668 y nos muestra a Dios en actitud acogedora, eximiendo a la Virgen del pecado original, aparece un dragón en la parte inferior junto a un globo terráqueo, representando el dominio del pecado original en la humanidad, apareciendo la Virgen Triunfadora, el otro lienzo es (((*))) la Inmaculada Concepción, conocida como la Niña, está inspirado en una joven doncella y en él, aparecen multitud de ángeles portando las Letanías, también procede del mismo Convento, como el anterior.
Al igual que éste, la (((*))) Virgen de la Servilleta, pintado hacia 1666, formó parte del retablo del Convento. Murillo captó perfectamente la ternura y afectividad de los personajes, vemos como el Niño se inclina hacia el espectador, dirigiendo sus grandes ojos hacia nosotros, lo que sirvió para que fuera tan popular en su momento. Existen varias leyendas sobre este cuadro, una dice que Murillo tras desayunar en el Convento y al hacer el recuento de los enseres, los monjes observaron que faltaba una de las servilletas, esta servilleta apareció días después pintada con la imagen de la Virgen con el Niño, otra de las leyendas dice que uno de los monjes le pidió al artista que le dibujara una imagen para poder rezarle en la intimidad.
Ambas leyendas parece que son falsas, ya que el cuadro en cuestión está pintado al óleo sobre lienzo, y además muy grande tendría que ser la servilleta, ya que el lienzo mide 67 x 72 cm, aunque quizás lo que pudiera tener de verdad, es que simplemente fuera un dibujo previo, que luego llevaría a cabo sobre el lienzo definitivo.
Desde esta sala nos encaminamos por la escalera a la otra planta para seguir nuestra visita en la Sala VI...




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