Esta es una celebración que ya se realizaba en los
antiguos patios sevillanos, como el Corral del Conde de la calle Santiago, la
plaza de la Niña de los Peines en la Alameda de Hércules, en el barrio de San
Bernardo, de San Vicente o de Triana, en las que una gran cruz hecha con flores
presidía el altar efímero que se montaba y se complementaba decorando todo el
patio con cadenetas hechas con papeles de colores y farolillos, una excusa para
la convivencia entre vecinos, en las que la comida y la bebida tomaban el
protagonismo a la caída de la tarde acompañándolo todo con el cante y el baile
por sevillanas hasta altas horas de la madrugada.
Toda esta celebración primaveral se ve patente en la
calles, en las que los niños y no tan niños, organizan una serie de procesiones
por las calles de los distintos barrios, pequeños pasos con su cruz y sudario,
cuyos costaleros son los propios chavales así cómo el capataz. Antiguamente nos
desvivíamos por conseguir en las tiendas de ultramarinos las latas vacías de
grandes dimensiones, las de tomate y las de bonito eran las mas solicitadas
para usarlas a modo de tambor así cómo los tambores de detergente.
Hoy ya es otra cosa, aunque el espíritu de la
celebración se mantiene, sin embargo los medios que disponen para el cortejo
estan mas de acuerdo con el presente, quizás se ha perdido la inventiva a
cambio del perfeccionismo.
Esta es una fiesta que tiene su antecedente en la
época romana, en la que se celebraban fiestas paganas en honor de la primavera,
en las que se adornaban calles y plazas y celebraban festejos populares,
aprovechando este auge la Iglesia lo tradujo en una celebración cristiana en
honor de la Cruz.
En Sevilla tuvo un gran auge en pleno Siglo de Oro,
aunque poco a poco fue perdiendo vigencia manteniéndose en Granada y Córdoba,
ambas con un gran reconocimiento nacional e internacional. Este decaimiento se
debía en parte a las muchas celebraciones que coincidían en la ciudad ese
comienzo de primavera, la Semana Santa, la Feria y la Romería del Rocío
El origen como hoy lo conocemos se remonta al siglo
VII, en el que se celebraba el 3 de mayo la Invención de la Cruz, conmemorando
el hallazgo por Santa Elena de la Cruz verdadera en el año 326, posteriormente
el Concilio Vaticano II anuló esta celebración.
Tras ese decaimiento resurge de nuevo a finales del
siglo XX con la aportación y participación de las Hermandades y las
asociaciones de vecinos.
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