El Pabellón Mudéjar, sede del Museo de
Artes y Costumbres Populares, se construyó con motivo de la Exposición
Iberoamericana de 1929, primero como Pabellón de Industrias, Manufacturas y
Artes Decorativas y más tarde como Museo de Arte Antiguo e Industrias
Artísticas hasta que pasó a ser lo que hoy es en 1972 para mostrar la variedad
y riqueza etnográfica de nuestra provincia
Su construcción se inicia en 1912 y fue
el primero en terminar de construirse como Pabellón permanente en el año 1914,
el otro es el actual Museo Arqueológico que antes era el Pabellón de las Bellas
Artes. Su diseño es de Aníbal González y sigue las pautas marcadas por este
genial arquitecto, el ladrillo tallado, la cerámica y la madera. Su inspiración
le viene del Palacio Mudéjar de los Marqueses de la Algaba, de la Alhambra y de
los Reales Alcázares.
Su estructura es simétrica con respecto
al eje central, un cuerpo central y a ambos lados, grandes espacios con salas
espaciosas que permitían la exposición y el libre y cómodo transitar de los
visitantes.
Es un edificio que se eleva sobre la cota
de la calle dos metros y medio, supongo que por el temor a las crecidas del
río, el acceso a la planta baja se realiza por unas grandes escalinatas y dos
rampas que ocupan en conjunto toda la fachada.
Su impresionante fachada cuenta en su
cuerpo central la puerta principal y a ambos lados otras dos de menor anchura.
Por encima de esas puertas sus correspondientes pares de arcos lobulados
superpuestos apoyados en columnas de mármol blanco con capiteles, siendo el
exterior polilabulado y de cerámica y el
interior de herradura tipo califal y ladrillo aplantillado, descargando sobre
un dintel del mismo material a dos colores, en el frontón el Escudo de Castilla.
En las puertas laterales se sigue la misma decoración, apoyándose el arco
interior en la propia fachada y el exterior en sendas columnas de mármol con
capitel.
En el segundo cuerpo de esa puerta
principal aparece un impresionante tejaroz apoyado en sendos baquetones, en los
que dos hornacinas de cerámica de arcos lobulados apoyados en columnillas
aparecen en la parte superior, por debajo de ese tejaroz un balcón y a ambos
lado, sobre las puertas laterales otras ventanas del mismo estilo.
Esa fachada principal está flanqueada por
dos Torres a cada lado con cubiertas de cerámica a cuatro aguas, que servían de
miradores y a ambos lados la fachada se torna en dos semicírculos.
El vestíbulo de entrada de grandes
dimensiones, se divide en tres zonas bien delimitadas por una estructura de
arcos. En los laterales se encuentra la escalera tras una portada de ladrillo
tallado y cerámica y en el lado opuesto dependencias para la administración,
por otro lado nos permite el acceso al patio tipo claustral, con arcos de medio
punto apoyados en pilastras ochavadas de ladrillo y un alfiz de azulejos con
pinturas renacentistas. La galería que lo circunda conecta con las salas de
exposiciones. La fachada trasera sigue la misma pauta en la ornamentación que la fachada principal.
Durante la Exposición del 29 las salas
superiores no tenían utilidad museística. Las escaleras nos llevan también a la
entreplanta para llegar a las torres miradores.
Es un edificio que gozó de un gran
protagonismo durante el evento y actualmente, a su gran belleza no sólo
contribuye el estilo arquitectónico sino su color, muy acorde con el entorno en
el que se sitúa.
Actualmente el edificio el que vemos, ha
cambiado con respecto a su concepción inicial, primero por el hundimiento que
sufrió en 1930, poco tiempo después de la clausura de la Exposición, afectando
a la fachada trasera, posteriormente hubieron otros desafortunados incidentes,
todos ello solventados y por último la adaptación a las nuevas necesidades que
realizó el arquitecto Antonio Delgado Roig en las que se eliminaron los
altísimos techos logrando una entreplanta y eliminando la escalera primitiva de
Aníbal González por otra de mármol de dimensiones y
logrando instalar un ascensor en el hueco que quedaba.
Pero ciñéndonos a la función que tuvo
durante la Exposición como Museo de Arte Antiguo, se contabilizaron un total de
2314 obras, con la documentación de quien o qué Institución la cedía, constaba
de vestidos, ornamentos religiosos, tapices, cuadros, orfebrería, imaginería,
etc.
Muchas de las obras de imaginería
procedían de nuestras Iglesias y Conventos, con obras de Martínez Montañés,
Felipe de Rivas o Goya.
De la Catedral de Oviedo se expuso la
Cruz de la Victoria, la Cruz de Nicodemus y una extraordinaria Caja de Ágatas.
Desde que finalizó la obra de
construcción en 1914 hasta la Exposición Iberoamericana del 29, tuvo otros
usos, se celebraron congresos y exposiciones, además prestó un gran servicio
con ocasión de la guerra con Marruecos en 1921 y 1922, al instalarse en él un
hospital de la Cruz Roja para atender a los heridos.
Posteriormente tras finalizar el evento
del 29, se instaló en la planta alta la Hemeroteca Municipal, en 1972 se le da
un nuevo uso que llega hasta la actualidad, el Museo de Artes y Costumbres
Populares y salas de exposiciones.
El museo ocupa la planta primera y el
semisótano y en la segunda se encuentra la Biblioteca. Además cuenta con lo
necesario para la difusión de sus colecciones y el taller de restauración. En
total ocupa un espacio de 5496 metros cuadrados para la exposición permanente.
En él podemos contemplar objetos desde
los vestidos cortesanos del pasado, trajes populares, pintura costumbrista,
cerámica, instrumentos musicales y letras de canciones del pasado, herramientas
agrícolas de antaño, orfebrería, tejidos y encajes, ornamentos litúrgicos y
reproducciones de las habitaciones de aquellas viviendas, taller de curtido de
pieles, fundido de metales, en definitiva todo aquello que nos permite conocer
de donde venimos.
Entre las obras que se exponen hoy,
destacan:
Azulejo
de los Reyes Católicos, está realizado en barro cocido y esmaltado, mide 93
por 56 cm. datado en 1503, representa el escudo de los Reyes Católicos con el
águila de San Juan. En la parte inferior
se ve la leyenda de quién lo hizo y en que año.
Está realizado con la técnica de la
cuerda seca, consiste en decorar la pieza con un dibujo hecho con trazos de una
mezcla de grasa y óxido de manganeso para impedir que se mezclen los colores,
los espacios entre los trazos se pintan con otros óxidos que le dan el color
buscado.
Arqueta
mudéjar, está realizada en madera y datada
en la segunda mitad del siglo XV, mide 68 por 85.5 por 30 cm.
Esta pequeña pieza de mobiliario en forma
de caja rectangular y con dos asas laterales, está provista en su interior de
tres estructuras rectangulares de menor tamaño, sujetas a las paredes laterales
y trasera mediante bisagras que, a su vez, alojan un total de catorce cajones
pequeños, algunos de ellos con iniciales pintadas en la parte superior, podría estar
destinada para contener distintas drogas medicinales, ya que así parecen
indicar las iniciales.
Está realizada mediante la técnica de
taracea, consistente en la incrustación de maderas ricas y de variados colores
(ébano, sándalo, limonero, etc.) sobre la madera del propio mueble, en la que
predominan los motivos del damero y la espiguilla. La roseta central del
interior de la tapa es un añadido posterior, probablemente del siglo XVIII, así
como la cerradura. La decoración del exterior no es tan abundante y se
concentra en los paneles laterales mientras que en el panel frontal se aprecian
dos pequeñas cartelas rebajadas y decoradas con el mismo motivo de espiguilla.
Destaca como curiosidad decorativa la presencia de un tablero de ajedrez en la
parte exterior de la tapa.
Diadema
Es de metal dorado con dos hileras de
perlas blancas separadas por una de pedrería. Mide 41 x 149 x 81 mm y se entre
1800 y 1815.
Esta diadema forma parte de la colección
Aguiar, depositada en el Museo. Esta joya aparece reflejada en la pintura
firmada por Andrés Parladé, conde de Aguiar "Majo abrazando a una
señora" en el tocado del personaje femenino.
Niño
Jesús
Está realizado en madera y tela, tallado
y estofado y la tela bordada. Es del
siglo XIX.
Las pequeñas imágenes para vestir eran
muy habituales entre las devociones particulares que los fieles realizaban en
sus domicilios.
Las iconografías más populares son las
del Niño Jesús, la Virgen y el Sagrado Corazón, entre otras, muy cercanas a la
sensibilidad popular porque facilitan la identificación de los devotos con los
personajes divinos.
Visitadora
Visitadora o capilla petitoria de la
Virgen de los Dolores. Es de barro cocido, terciopelo, latón repujado y cristal
soplado.
El interior de esta urna está decorado
con exvotos de brazos, manos, etc., sujetos a las paredes con lazos de seda. La
imagen reposa sobre una peana que lleva en el delantero los símbolos marianos, una
media luna con dos estrellas y flanqueadas por dos jarritas de latón decoradas
con ramos de espigas y lazos.
La virgen dolorosa es un ejemplo de las
imágenes llamadas de candelero, por el sistema de armado interior de la imagen,
y lleva como atributos sobre el pecho un corazón de metal y un puñal sujetos al
vestido mediante alfileres. En la cabeza lleva corona de ráfagas en metal y en
la mano izquierda un rosario.
La urna presenta en la parte delantera
una ranura para introducir las monedas y en el lateral de la peana se despliega
un cajón donde se almacenan las limosnas. En la parte superior hay una anilla
de la que pende un cordón de metal que se sujeta a otra anilla lateral,
probablemente para sujetarla o anclarla a una estructura mayor. En la parte
trasera tiene una gran asa para facilitar su transporte.
La iconografía se corresponde con la
Virgen de los Dolores por los atributos del corazón y el puñal. La trasera de
la urna lleva pegada una estampa de Ntra. Sra. del Rosario, por lo cual
anteriormente pudiera estar dedicada a esta advocación. También es posible que,
dado que la imagen porta un rosario en la mano izquierda, haya sido
transformada de Virgen de los Dolores a Virgen del Rosario y se hayan mantenido
los atributos de esta última y no se haya incorporado el Niño Jesús que suele
llevar la iconografía de la Virgen del Rosario.
Las capillas petitorias se usaban, como
su nombre indica, para recaudar fondos. A veces en los propias iglesias o
ermitas, etc. vinculadas a festividades concretas, otras funcionaban todo el año
y se colocaban en capillas laterales o rincones secundarios de las iglesias. La
mayoría de ellas están dedicadas a advocaciones muy populares y de gran
devoción popular. En este caso, por el gran asa que tiene la urna en la parte
trasera, parece tratarse de una imagen que llevaran a las casas para solicitar
limosnas.
Casulla
Está confeccionada en seda, lana,
pergamino, lino y bordada con hilo de oro. Datada en el siglo XVIII, es de raso
blanco toda decorada con bordado de aplicación a realce conseguido por varios
estratos de lana y tafetán de lino, empleando sedas polícromas e hilos de oro.
El bordado está realizado con puntos de matiz, al pasado y oro tendido y
aplicaciones de perlitas, cordoncillos, lentejuelas y láminas metálicas. Lleva
adornos de galones igualmente bordados en hilos de oro sobre soporte de
pergamino.
En el delantero de la casulla el diseño
ornamental está formado por un gran cáliz con los símbolos eucarísticos:
espigas y uvas. En la parte trasera destaca la paloma del Espíritu Santo y el
pelícano. El forro es tafetán de lino crudo y raso ocre.
Capa
pluvial
Es de raso de seda de color marfil y
labrado con diseño floral y con aves, en toda ella aparecen múltiples colores y
tonalidades, está datada en el siglo XVIII.
Capa
de cristianar
Picador sentado
Pintado
por Andrés Parladé, Conde de Aguiar en 1915.
El costumbrismo de Aguiar es serio y
velazqueño y revela el lado triste y reflexivo de la sociedad andaluza.
Lección
de Seises
Es un óleo sobre lienzo de J.M. Sánchez,
pintado en 1948.
El baile de los seises está basado en las
antiguas fiestas del obispillo, prohibidas por el Concilio de Trento, en las
que los niños de coro tuvieron un protagonismo notable. El cabildo de Sevilla
se resistió a su desaparición, consiguiendo del Papa que se respetase al menos
la danza de los niños.
Triángulo y almirez: fundido; tablillas,
campanillas y sonajas: carpintería; almirez: forja.
Son los instrumentos utilizados por los
campanilleros: triángulo, sonajas, campanillas, tablillas y almirez. El ritmo
es lo más importante en ellos, haciendo el resto la voz de los intérpretes.
Lebrillo
Es de barro cocido y policromo con
decoración de montería realizado por los alfareros de Triana en el siglo XVIII.
La decoración de montería es una de las
más características de la cerámica policroma de Triana. Los primeros motivos
son más figurativos mientras que los posteriores van estilizando las figuras
hasta convertir los miembros de los animales en simples trazos esquemáticos.
Cartel
de las Fiestas de Primavera de 1907, de José García Ramos
Realizado el óleo sobre lienzo por José
García Ramos
Este óleo sobre lienzo de gran formato, mide
266,8 por 122 cm. ha sido una de las cuatro piezas de este autor que se han
restaurado en los talleres del Museo con motivo de la exposición José García
Ramos en la pintura sevillana celebrada en el Museo de Bellas Artes de Sevilla este
año 2013.
Cartel
de las fiestas de la primavera de 1941
Es realizado por Francisco Hohenleiter de
Castro. Es una litografía de 160 por 110 cm.
TUVE LA SUERTE DE VISITARLO. ES IMPONENTE , GRANDIOSO. UNA JOYA ARQUITECTONICA E HISTORICA. EXCELENTE RESEÑA. MUCHAS GRACIAS.
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